San Juan Pablo II: «María, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, participó de manera admirable en los sufrimientos de su Hijo, con el fin de ser Corredentora de la humanidad» (Audiencia, 8/9/1982)

San Juan Pablo II: «A lo largo de los siglos la Iglesia ha reflexionado en la cooperación de María en la obra de la salvación, profundizando el análisis de su asociación al sacrificio redentor de Cristo. Ya San Agustín atribuye a la Virgen la calificación de “colaboradora” en la Redención. […] El término “cooperadora” aplicado a María cobra, sin embargo, un significado específico. La cooperación de los cristianos en la salvación se realiza después del acontecimiento del Calvario, cuyos frutos se comprometen a difundir mediante la oración y el sacrificio. Por el contrario, la participación de María se realizó durante el acontecimiento mismo y en calidad de madre; por tanto, se extiende a la totalidad de la obra salvífica de Cristo. Solamente Ella fue asociada de ese modo al sacrificio redentor, que mereció la salvación de todos los hombres. En unión con Cristo y subordinada a Él, cooperó para obtener la gracia de la salvación a toda la humanidad» (Audiencia general, 9/4/1997)

Benedicto XVI: «“Llena de gracia” eres tú, María, colmada del amor divino desde el primer instante de tu existencia, providencialmente predestinada a ser la Madre del Redentor e íntimamente asociada a Él en el misterio de la salvación. […] “Llena de gracia” eres tú, María, que al acoger con tu “sí” los proyectos del Creador, nos abriste el camino de la salvación» (Discurso en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, 8/12/2006)

Benedicto XVI: «En este itinerario nos acompaña la Virgen Santísima, que siguió en silencio a su Hijo Jesús hasta el Calvario, participando con gran pena en su sacrificio, cooperando así al misterio de la Redención y convirtiéndose en Madre de todos los creyentes (cf. Jn 19, 25-27)» (Audiencia general, 8/4/2009)

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