Los hombres que obran el mal suelen ser oscuros, pero nunca misteriosos. En cuanto se descubren las reglas de su miserable juego, es fácil ver a través de sus máscaras, como el radiólogo ve el esqueleto a través de la carne. Se puede clarificar siempre lo que es oscuro: sólo la luz guarda su propio misterio, sólo la transparencia es impenetrable. Los místicos no se equivocan: la verdadera noche es la luz.
Gustave Thibon

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