20 XII 1934
Una noche, al entrar yo en la celda, vi al Señor Jesús expuesto en la custodia, como si estuviera a cielo abierto. A los pies del Señor Jesús vi a mi confesor y detrás de él a un gran número de eclesiásticos de alto rango, con ropa que nunca había visto, salvo en visión. Y detrás de ellos varias clases de eclesiásticos; más allá vi una multitud tan grande de gente que no pude abarcarla con la vista. Vi saliendo de la Hostia estos dos rayos que están en la imagen, que se unieron estrechamente, pero no se confundieron y pasaron a las manos de mi confesor, y después a las manos de los eclesiásticos y de sus manos pasaron a las manos de la gente, y volvieron a la Hostia… y en aquel momento me vi entrando en la celda.

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