Os recomiendo vivamente: preocupaos de hacer vuestros pobres corazones cada día más gratos a nuestro Maestro y de actuar de modo que el presente año sea más fértil en obras buenas que el pasado; ya que, conforme pasan los años y la eternidad se nos acerca, es necesario redoblar el entusiasmo y elevar nuestro espíritu a Dios, sirviéndole con mayor diligencia en todo aquello a lo que nos obligan nuestra vocación y la profesión cristiana. Sólo esto nos puede hacer gratos a Dios; sólo esto nos puede hacer salir libres del gran mundo que no es de Dios y de todos nuestros enemigos; sólo esto, por tanto, nos puede hacer llegar al puerto de la salvación eterna.
Afrontemos también las pruebas de la vida presente, a las que la divina providencia nos irá sometiendo; pero no nos desanimemos ni nos angustiemos; combatamos como valientes y recibiremos el premio que Dios ha reservado a las almas fuertes. Recordad, hijas, las palabras que el divino Maestro dirigió un día a sus discípulos y que hoy os dice a vosotras: «No se turbe vuestro corazón». Sí, hijas, no se turben vuestros corazones en el momento de la prueba, porque Jesús ha prometido su real asistencia a quien le sigue. (…)
Jesús haga que vuestros corazones sean cada vez más suyos.
San Pío de Pietrelcina
2 de enero de 1918, a Antonietta Vona, Ep. III, 832
Gianluigi Pasquale, 365 días con el Padre Pío
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Os recomiendo vivamente: preocupaos de hacer vuestros pobres corazones cada día más gratos a nuestro Maestro y de actuar de modo que el presente año sea más fértil en obras buenas que el pasado; ya que, conforme pasan los años y la eternidad se nos acerca, es necesario redoblar el entusiasmo y elevar nuestro espíritu a Dios, sirviéndole con mayor diligencia en todo aquello a lo que nos obligan nuestra vocación y la profesión cristiana. Sólo esto nos puede hacer gratos a Dios; sólo esto nos puede hacer salir libres del gran mundo que no es de Dios y de todos nuestros enemigos; sólo esto, por tanto, nos puede hacer llegar al puerto de la salvación eterna.
Afrontemos también las pruebas de la vida presente, a las que la divina providencia nos irá sometiendo; pero no nos desanimemos ni nos angustiemos; combatamos como valientes y recibiremos el premio que Dios ha reservado a las almas fuertes. Recordad, hijas, las palabras que el divino Maestro dirigió un día a sus discípulos y que hoy os dice a vosotras: «No se turbe vuestro corazón». Sí, hijas, no se turben vuestros corazones en el momento de la prueba, porque Jesús ha prometido su real asistencia a quien le sigue. (…)
Jesús haga que vuestros corazones sean cada vez más suyos.
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2 de enero de 1918, a Antonietta Vona, Ep. III, 832
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