Nosotros estamos saliendo de una época

«Nosotros estamos saliendo de una época en la que todo se había vuelto católico: todas las estructuras, toda la sociedad, la instituciones, la cultura… Cada día que pasa aumenta la disgregación de este mundo, y es fuerte la tentación de recomponer y reafirmar ese estado de cosas. Sí, se trata de una auténtica tentación, de una tentación tremenda.

De hecho, cuando se rasca la costra de nuestras declaraciones y de nuestros intentos por detener el derrumbe, detrás se descubre que en primer lugar no está la preocupación de que toda la humanidad pueda reconocerse en la libre adhesión a la vida divina en Jesucristo, en su amor, para que cada uno pueda libremente descubrirse en la humanidad vivida por Cristo. Está, más bien, el ansia por mantener las posiciones adquiridas, las estructuras, las instituciones, el propio prestigio…

Pero así provocamos enfrentamientos que no ayudan en absoluto a una vida espiritual y de fe, y más bien continúan siendo un obstáculo para el encuentro salvador con Cristo.

Por esto un termómetro que manifiesta el estado de salud de un creyente es también su paz en la esfera cultural, social y política; una paz que proviene de su unión con Cristo. Una paz que no es desinterés, indiferencia, despreocupación por los demás… Por tanto, es una paz no sólo psíquica, no es un encerrarse en sí mismo, sino buscar el camino de Cristo en el mundo, es decir, el camino de la libre adhesión en el amor, que puede también ser distinto de mis expectativas.

La libre adhesión es el modo del dogma cristológico, y es también la estructura de fondo del cristiano ante los demás…» (…)

«Los tiempos antiguos dan testimonio de que los cristianos, más que cualquier otra cosa, rezaban por aquellos que estaban lejos de este modo de ver las cosas».

Marko Iván Rupnik
El arte de la vida: Lo cotidiano en la belleza