No nos casamos para vivir felices para siempre, para tener hijos, para tener un hogar. No, el punto principal es entrar juntos al Reino de Dios, lo que significa que debo estar listo en cualquier momento para pagar cualquier precio, hacer cualquier sacrificio y soportar cualquier dificultad en el matrimonio. Por lo tanto, no puedes romper tu matrimonio a la primera dificultad que aparece, o incluso si la dificultad continúa, debe preservarse… El matrimonio debe descansar y construirse sobre esta base, y que el vínculo mutuo se construya y se fortalezca en la marcha conjunta de los esposos al Reino de Dios. Esto significa que uno debe apoyar al otro, y ambos avanzarán juntos hacia el Reino de Dios.
Metropolitano Atanasio de Limassol
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