Mirándome en Él tengo la meta de mi devenir, la visión de lo que soy en realidad, y encuentro la fuerza para transformar mi cotidianidad según la medida de esta visión.
Entonces se entiende que, para que una imaginación sea real, debe apoyarse en la mirada de Dios. Mirarse como Dios nos ve. Lo que es en la visión de Dios, es lo que existe realmente y al mismo tiempo es el horizonte sobre el que ejercitamos nuestra creatividad imaginativa.
Marko Iván Rupnik
El arte de la vida
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