El amor a Dios no podemos dejarlo quieto…. Siempre más…, siempre más. No dejar la lucha aunque nos cueste…, ya legará el día en que verdaderamente tengamos ese amor de quietud…. Pero ese día será en el cielo. Mientras tanto, no busquemos tranquilidad, no nos paremos y sigamos adelante, luchando con nosotros mismos para desterrar ese “yo” que tanto daño nos hace.
Amemos a Dios siempre más… No nos contentemos con poco; y si un día ardemos… ¿no es eso lo que buscamos…? Vamos a seguir a Jesús, vamos a seguir sus pasos…, y Jesús no descansó…, y aún muerto, le dieron una lanzada.
Carlos de Foucauld
Carta 29 de diciembre de 1935, a su tía María Duquesa de Maqueda
Reblogueó esto en Laus Deo.