Si pudiésemos ir algo más lejos de donde nuestro conocimiento alcanza, y un poco más allá de lo que nuestra intuición barrunta, llevaríamos quizá nuestras tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías. Porque aquellas configuran los momentos en los que algo nuevo se incorpora a nuestro ser, algo desconocido. Nuestros sentimientos enmudecen, cohibidos, todo nuestro ser se retrae, brota un silencio, y lo nuevo, que nadie conoce, se erige en medio de todo ello y calla.
Creo que si casi todas nuestras tristezas devienen momentos de tensión que llegan a paralizarnos es porque hemos dejado de escuchar nuestros sentimientos, que se nos han enajenado. Porque nos movemos a solas con ese algo extraño que ha penetrado en nuestro ser; porque todo lo usual y en lo que confiamos resulta barrido por un instante; porque estamos en medio de una transición en la que no podemos estarnos quietos. También transita por nosotros esta tristeza: lo nuevo, lo recién incorporado, ha entrado en nuestro corazón, ha penetrado en su habitación más íntima y tampoco permanece allí, sino que pasa a nuestra sangre. Ni siquiera nos enteramos de qué ha sido. Fácilmente se nos podría hacer creer que nada ha pasado, y no obstante hemos cambiado, como cambia una casa en la que ha entrado un huésped. No podemos decir quién vino, puede que nunca lo sepamos, pero hay muchas señales que indican, antes de que acontezca, que el futuro ha entrado en nosotros para transformarse en nosotros. Y por eso es tan importante estar solos y atentos cuando estamos tristes: porque este momento, aparentemente intrascendente y estático, en el que nuestro futuro entra en nosotros, es más inherente a la vida que cualquiera de los otros instantes estruendosos y fortuitos que se nos imponen desde afuera.
Cuanto más calmados, pacientes y abiertos permanezcamos cuando estemos tristes, tanto más profunda e inconfundiblemente acogeremos lo nuevo en nosotros, y mejor lo incorporaremos. Tanto más será nuestro destino, y cuando con posterioridad ocurra (es decir, cuando parta de nosotros para entrar en los demás), lo sentiremos en nuestro interior como algo afín y cercano. Falta nos hace.
Rainer María Rilke
Cartas a un joven poeta
Fotografía: © Piotr Krzypiec
0 comments on “Llevar las tristezas con confianza”