«En la mesa de trabajo en la que realizaba su oficio junto con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención» (San Juan Pablo II)
Cuando se hizo carne, Jesús santificó el trabajo humano elevándolo a un nivel de grandeza que no existía antes de su Encarnación. Aunque divino, Dios se humilló a sí mismo, se hizo hombre y trabajó como hombre. En su humanidad, aprendió a trabajar como hombre imitando el ejemplo de su padre terreno, San José.
Si San José enseñó al Hombre-Dios cómo trabajar, es más que capaz de servir también como nuestro modelo. El trabajar duro beneficia a la persona, a la familia y a la sociedad.
«San José perteneció a la clase obrera y experimentó personalmente el peso de la pobreza en sí mismo y en la Sagrada Familia, de la que era padre solícito y abnegado» (Papa Pío XI)
«Dios y Padre nuestro, creador y gobernante del universo, en cada época llamas a los hombres para que desarrollen y utilicen sus dones para el bien de los demás. Con San José como nuestro ejemplo y guía, ayúdanos a hacer el trabajo que nos has encomendado para que obtengamos las recompensas que has prometido» (Oración inicial para la conmemoración de San José Obrero)
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