«Realmente no dudo que los Ángeles, absortos y en adoración, llegaran en incontables multitudes a ese pobre taller a admirar la humildad de aquel que custodiaba a ese querido y divino Niño, aquel que trabajaba en su oficio de carpintero para mantener al Hijo y a la madre encomendados a sus cuidados» (San Francisco de Sales)
«Él [San José] vivió contento en su pobreza» (San Buenaventura)
«¡Jesús, María, José, mis más dulces amores, puedo vivir, sufrir y morir por ustedes!» (Santo Papa Juan XXIII)
«Cuando recibimos la Santa Comunión, consideremos que Jesús viene a nosotros como un pequeño bebé, y después pidamos a San José que nos ayude a darle la bienvenida como cuando él lo sostenía en sus brazos» (San José Marello)
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