«La Iglesia admira la simplicidad y profundidad de su fe (de San José)» (San Juan Pablo II)
La fe es una de las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad). Pero ¿qué es exactamente la fe? ¿Cómo se define? La Carta a los Hebreos nos da una buena definición, diciendo que: «La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven» (Heb 11, 1). La fe cristiana reconoce quién es Jesús, adhiere a su enseñanza, y confía en sus promesas. «José era profundamente piadoso; rezó mucho por la llegada del Mesías» (Beata Ana Catalina Emmerich)
San José jamás dudó de la divinidad de Jesús o de su poder para vencer el mal. Para el mundo, Jesús aparentaba ser un niño común, pero San José sabía que Él era Dios. Adoró a Nuestro Señor en la cuna, en el hogar de Nazaret, en el Templo de Jerusalén, y ya de adulto, en su taller donde trabajaba. San José siempre estuvo consciente de que, al ver a Jesús, estaba contemplando a Dios Todopoderoso.
San José fue fiel a Jesús en los momentos buenos y en los malos (cuando Jesús nació en Belén y cuando se perdió en el Templo de Jerusalén). San José fue fiel a Jesús en la salud y la enfermedad (le enseñó a ser un buen carpintero, y exhaló su último suspiro en sus brazos). San José le fue fiel a Jesús en la riqueza y la pobreza (cuando los Magos le llevaron oro a Jesús, y cuando el oro se terminó y vivieron en la pobreza en Egipto).
«Es precisamente la intrépida fe de San José lo que necesita la Iglesia de hoy para dedicarse con valentía a la urgente tarea de la nueva evangelización» (San Juan Pablo II)
ADORADOR DE CRISTO
«¿Cuántas veces él (San José), como gorrión solitario, habrá anidado en el techo de ese santo templo de la divinidad contemplando al divino Niño durmiendo entre sus brazos y pensando en su eterno reposo en el seno del Padre celestial?» (Beato Guillermo José Chaminade)
«Nadie puede describir la adoración de esta alma tan noble (de San José). Él no veía nada y, sin embargo, creía; su fe tuvo que perforar el velo virginal de María. ¡Así es contigo! Bajo el velo de las sagradas especies tu fe debe ver a Nuestro Señor. Pídele a San José su fe viva y constante» (San Pedro Julián Eymard)
«¡Oh familiaridad más íntima de estar siempre con Dios, de hablar sólo con Él, de trabajar, descansar y conversar en la compañía y presencia de Dios! ¿Cuántas veces el feliz tutor del Niño Jesús, como una casta abeja, recogió el néctar de la devoción pura de esta hermosa flor de Jesé? ¿Cuántas veces él (San José), como la paloma, se escondió en el corazón de esta piedra?» (Beato Guillermo José Chaminade)
«Oh Bendito José, adoro contigo las primeras palabras que brotaron de la boca del Verbo Encarnado. Me postro contigo para besar con reverencia las primeras huellas dejadas por estos pies adorables. Oh Dios infinito, te hiciste débil para darnos fortaleza; ¡quisiste hablar como los demás niños para enseñarnos el lenguaje celestial! Oh Bendito José, inspírame con tus sentimientos por Jesús, y obtén para mí la gracia de amar a Dios como tú. Amén» (Beato Bartolo Longo)
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