«¡Cuánta prudencia era necesaria para educar a un Dios hecho niño, dispuesto a obedecerlo (a San José) durante treinta años!» (Beato Guillermo José Chaminade)
Santo Tomás de Aquino enseñó que la prudencia es la «principal de todas las virtudes». Su función es gobernar a las demás virtudes cardinales (preeminentes), que son la templanza, la justicia y la fortaleza. Sin la prudencia, una persona sería o demasiado permisiva o demasiado severa. La prudencia actúa como guía y «auriga» ayudando al alma a evitar extremos equivocados.
«San José nos enseña que la prudencia es conocer correctamente las cosas que se tienen que hacer; o dicho más ampliamente, el conocimiento de las cosas que se deben hacer y de aquellas que se tienen que evitar» (Siervo de Dios John A. Hardon)
«Aun siendo maestro, [San José] siempre se mantiene como siervo prudente y fiel. San José, de la familia de los reyes de Judá, lleva una vida pobre y escondida, y porque su destino era convertirse, por así decirlo, en gobernador y padre de un Dios débil y humilde, era apropiado que se le asemejara» (Beato Guillermo José Chaminade)
«En virtud de que San José estaba asociado con María en sus gloriosos privilegios, tuvo que sufrir como ella y su corazón también fue atravesado por siete espadas» (San Pedro Julián Eymard)
Icono: Karmel Matki Bożej Wielkiego Zawierzenia
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