Santa Gertrudis de Helfta

Mira con cuánto trabajo sostengo mi amada casa

En cierta ocasión se le apareció el Señor Jesús, el más hermoso entre los hijos de los hombres. Estaba de pie y parecía sostener en sus reales y delicados hombros un enorme palacio que inclinado hacia él amenazaba ruina. Le dice el Señor: «Mira con cuánto trabajo sostengo mi amada casa, esto es, la vida monástica, que amenaza ruina en casi todo el mundo, porque son muy pocos en todo el orbe los que quieren trabajar con fidelidad en su defensa y promoción, o sufrir algo por ella. Mírame, amada mía, y compadécete de mis fatigas». Añadió el Señor: «Todos los que con su palabra o sus obras promueven la vida monástica son como columnas ocultas que me ayudan a sostener su peso y lo conllevan conmigo».

Conmovida esta sierva hasta lo más hondo de su ser con tales palabras, se enardeció más vivamente compadecida del Señor Dios, su Amado, y comenzó a trabajar con todo empeño en promover la vida monástica, entregándose a veces al rigor de la Orden por encima de sus fuerzas, para dar buen ejemplo. Permaneció fielmente en estos ejercicios durante algún tiempo.

Santa Gertrudis de Helfta
El Mensajero de la ternura divina, Libro I.

Foto: Monasterio de Tatev, Armenia

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