Por paradójico que parezca, la esperanza sobrenatural consiste, ante todo, en no pensar en el porvenir. Pues el porvenir es la patria de lo irreal, de lo imaginario.
El bien que esperamos de Dios reside en la eternidad, no en el porvenir. Y sólo el presente da acceso a lo eterno. Refugiarse en el porvenir es desesperar del presente, es preferir una mentira a la realidad que Dios nos envía, gota a gota, cada día. Dios cumple sus promesas al mismo tiempo que las hace. Hodie mecum eris in paradiso, tal es la divisa de la esperanza sobrenatural. La falsa esperanza, dirigida solamente hacia el porvenir, se apacienta con meras promesas: mañana afeitarán gratis…
Gustave Thibon
El pan de cada día
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