Lo que me inquieta es la generalización de una mentalidad pseudocientífica que tiende a ver el fondo, la realidad última del ser humano, en este oscuro hormigueo de pulsiones e inhibiciones y a hacer de la conciencia (y de todos los valores que con ella se relacionan) una especie de fosforescencia o de fuego fatuo que sobrenada en la superficie de ese oceáno de tinieblas y maniobrado por sus olas. Lo cual en último extremo disuelve las nociones de libertad y de responsabilidad, según la célebre frase de Freud: «No vivimos, somos vividos por fuerzas desconocidas».
Gustave Thibon
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