Acercándose el 8 de marzo, día en que la Iglesia Católica argentina ha elegido para celebrar una Misa en Luján para “defender la vida y a nuestras mujeres”, podríamos decir, parafraseando a un monje: «cuando la ve es muy corta y la eme es plural y muy minúscula»…
Si la convocatoria fuera para el mundo, sería aceptable el lema, pero siendo que los invitados a la Mesa del Señor somos los católicos (o aquellos que quieran serlo), es diluir la fe y tratar de acomodarla al mundo. Es como querer estar de ambos lados del mostrador. Ni frío, ni caliente… ni muy santos ni muy pecadores, ni muy religiosos ni muy mundanos… tibios. Esto recuerda aquella terrible advertencia de Nuestro Señor en el Apocalipsis: «Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca» (Apoc 3, 15-16).
Lewis en su libro «Los cuatro amores» advierte que «todos los amores naturales pueden ser desordenados», aclarando que no es un término cuantitativo por significar «insuficientemente cauto» o «demasiado grande» y explica, hablando del amor humano: «Es probable que sea imposible amar a un ser humano simplemente “demasiado”. Podemos amarlo demasiado “en proporción” a nuestro amor por Dios; pero es la pequeñez de nuestro amor a Dios, no la magnitud de nuestro amor por el hombre, lo que constituye lo desordenado». Y advierte para no caer en sentimentalismos: «La verdadera cuestión es, a cuál servimos, o ponemos primero. ¿Ante qué exigencia, en última instancia se inclina nuestra voluntad?».
Resulta llamativo –o no– que la Iglesia omita la fe en esta convocatoria y, por ejemplo, no haga lo mismo cuando establecen el lema para la peregrinación anual al mismo santuario… Siendo que se “festeja” el día de la mujer no resaltar a la Santísima Virgen María, omitir la gravedad de este pecado que clama al cielo y el peligro de condenación en el que están muchas almas es, por lo menos, preocupante.
Es tiempo oportuno de llamar a las cosas por su nombre y de poner a Dios en el lugar que corresponde. Si la Iglesia decide no hacerlo, cada cual, en último término, está invitado a vivir la radicalidad del Evangelio. A eso fuimos llamados, sabiendo exactamente quienes son nuestros enemigos en esta guerra espiritual en la que estamos inmersos y a la que Dios nos ha convocado trayéndonos a la vida en este preciso momento de la historia. Y son pocos, muy pocos, los que levantan la voz por Nuestro Dios en estos tiempos.
Me uno al clamor que expresara el Cardenal Sarah el 12 de Agosto de 2017: «¿Quién se levantará hoy por Dios? ¿Quién se enfrentará a los modernos perseguidores de la iglesia? ¿Quién tendrá el coraje de levantarse sin otras armas que el rosario y el Sagrado Corazón, para enfrentarse a las columnas de la muerte de nuestro tiempo que son el relativismo, el indeferentismo y el desprecio de Dios? ¿Quién dirá a este mundo que la única libertad por la que merece la pena morir es la libertad de creer?
Es tiempo, hermanos míos, de rebelarnos contra el ateísmo práctico que asfixia nuestras vidas. ¡Oremos en familia, pongamos a Dios en primer lugar! ¡Una familia que reza es una familia que vive! ¡Un cristiano que no reza, que no sabe dejar sitio a Dios a través del silencio y la adoración, acaba muriendo!»
† Carolina de Jesús
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