El silencio y la soledad son cosas muy simples, igual que Dios es infinitamente simple. En “Amour et silence” [Amor y silencio], Dom Jean-Baptiste Porion escribe: «Es el Señor mismo quien nos invita a ello: “Sed sencillos como las palomas” (Mt 10, 16). El hombre es un ser complicado y, por desgracia, da la impresión de empeñarse en complicarse aún más en su relación con Dios. Dios, por el contrario, es la simplicidad absoluta. Cuanto más nos complicamos, más nos alejamos de Dios; en la medida en que nos volvemos sencillos, podemos acercarnos a Él».
El silencio es un paraíso, pero el hombre no lo ve de forma inmediata. Está lleno de contradicciones. Ante Dios hemos de ser como niños. Y, sin embargo, empleamos multitud de medios para hacer difícil, oscura y hasta inexistente nuestra relación con Él. El hombre ha perdido la sencillez de la infancia. Por eso le cuesta tanto el silencio. Y lo rechaza hasta tal punto que quiere convertirse en Dios.
En el silencio el hombre no puede ser una falsa divinidad, sino limitarse a permanecer en un luminoso cara a cara con Dios.
Card. Robert Sarah
La fuerza del silencio, 120.
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El silencio y la soledad son cosas muy simples, igual que Dios es infinitamente simple. En “Amour et silence” [Amor y silencio], Dom Jean-Baptiste Porion escribe: «Es el Señor mismo quien nos invita a ello: “Sed sencillos como las palomas” (Mt 10, 16). El hombre es un ser complicado y, por desgracia, da la impresión de empeñarse en complicarse aún más en su relación con Dios. Dios, por el contrario, es la simplicidad absoluta. Cuanto más nos complicamos, más nos alejamos de Dios; en la medida en que nos volvemos sencillos, podemos acercarnos a Él».
El silencio es un paraíso, pero el hombre no lo ve de forma inmediata. Está lleno de contradicciones. Ante Dios hemos de ser como niños. Y, sin embargo, empleamos multitud de medios para hacer difícil, oscura y hasta inexistente nuestra relación con Él. El hombre ha perdido la sencillez de la infancia. Por eso le cuesta tanto el silencio. Y lo rechaza hasta tal punto que quiere convertirse en Dios.
En el silencio el hombre no puede ser una falsa divinidad, sino limitarse a permanecer en un luminoso cara a cara con Dios.
Card. Robert Sarah
La fuerza del silencio, 120.
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