En aquel momento el benignísimo Señor conmovido por su natural bondad daba la bendición con su bondadosa mano con estas palabras: «En todos los que atraídos por el deseo de mi amor frecuentan el recuerdo de la contemplación de mi santa Faz, imprimo en virtud de mi humanidad el vivificante esplendor de mi divinidad. Su claridad iluminará permanentemente su intimidad y los hará brillar con preferencia a los demás en la gloria eterna ante toda la corte celestial, por su especial semejanza con mi santa Faz».
Santa Gertrudis de Helfta
Libro IV, Cap. VII
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En aquel momento el benignísimo Señor conmovido por su natural bondad daba la bendición con su bondadosa mano con estas palabras: «En todos los que atraídos por el deseo de mi amor frecuentan el recuerdo de la contemplación de mi santa Faz, imprimo en virtud de mi humanidad el vivificante esplendor de mi divinidad. Su claridad iluminará permanentemente su intimidad y los hará brillar con preferencia a los demás en la gloria eterna ante toda la corte celestial, por su especial semejanza con mi santa Faz».
Santa Gertrudis de Helfta
Libro IV, Cap. VII
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