Veo, queridísima hija, que todas las estaciones del año se dan en tu alma, ya que a veces sientes el invierno de la esterilidad, las distracciones, las desganas y los tedios; otras, el rocío del mes de mayo con el perfume de santas florecillas; otras, los colores del deseo de agradar a Dios. No te falta más que el otoño, en el que, como sabes, no brotan muchos frutos; pero sucede con frecuencia que, al trillar las mieses y prensar las uvas, uno se encuentra con cosechas más abundantes de lo que prometían la siega y la vendimia.
Tú, hija, querrías que todo se hallara en primavera o en verano; pero no, hija; es necesario que se den estas vicisitudes en el interior y en el exterior. Sólo en el cielo todo será primavera en cuanto belleza, todo otoño en cuanto gozo, todo verano en cuanto amor. No existirá invierno alguno; pero el invierno es necesario para ejercitarnos en la abnegación y en las mil pequeñas y bellas virtudes, que se practica en las épocas de esterilidad.
San Pío de Pietrelcina
18 de mayo de 1918, a Maria Gargani, Ep. III, 315
Gianluigi Pasquale, 365 días con el Padre Pío.
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Veo, queridísima hija, que todas las estaciones del año se dan en tu alma, ya que a veces sientes el invierno de la esterilidad, las distracciones, las desganas y los tedios; otras, el rocío del mes de mayo con el perfume de santas florecillas; otras, los colores del deseo de agradar a Dios. No te falta más que el otoño, en el que, como sabes, no brotan muchos frutos; pero sucede con frecuencia que, al trillar las mieses y prensar las uvas, uno se encuentra con cosechas más abundantes de lo que prometían la siega y la vendimia.
Tú, hija, querrías que todo se hallara en primavera o en verano; pero no, hija; es necesario que se den estas vicisitudes en el interior y en el exterior. Sólo en el cielo todo será primavera en cuanto belleza, todo otoño en cuanto gozo, todo verano en cuanto amor. No existirá invierno alguno; pero el invierno es necesario para ejercitarnos en la abnegación y en las mil pequeñas y bellas virtudes, que se practica en las épocas de esterilidad.
San Pío de Pietrelcina
18 de mayo de 1918, a Maria Gargani, Ep. III, 315
Gianluigi Pasquale, 365 días con el Padre Pío.
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