«Lo más importante que debemos entender es lo absurdo que es. Eso es lo que debemos entender. Cómo es de absurdo. Y ese absurdo del que yo hablo es lo que nos debe dar a nosotros paz en el corazón y no dejarnos confundir por los eventos absurdos de la vida. La vida es absurda para nuestra razón. No tiene explicación, ninguna. Las cosas que suceden son increíblemente absurdas, al revés la mayoría, pero son perfectas, absolutamente perfectas. Y por eso debemos amar esa imperfección que aparentemente encontramos en la vida, empezando por la imperfección que vivimos nosotros. Porque si nosotros vivimos todo esto con el amor de Dios nos purificamos en medio del absurdo. Ahí nos purificamos.
Es como cuando una persona nos odia, nos desprecia, nos persigue, nos calumnia, nos hace daño y nosotros miramos ese absurdo y decimos: «¿pero qué le hecho? ¿por qué me odia tanto, qué pasó? No era suficiente lo que hice para que me odie tanto». Pero si uno se detiene un momento, hace un alto en el camino y dice: «así lo quiere Dios», entonces se purifica con eso y se edifica. Y queda derrotado el demonio. ¿Y qué sucede? Que las cosas o se mejoran o se acaban, pero se resuelve. En el momento en que uno ya no le da poder a las cosas y las cosas no lo atormentan a uno, ya pierden fuerza completamente. El mal puede seguir pero ya no lo afecta a uno y ya no le gana. No le gana. Porque uno lo aceptó tal y como es».
«Lo más importante que debemos entender es lo absurdo que es. Eso es lo que debemos entender. Cómo es de absurdo. Y ese absurdo del que yo hablo es lo que nos debe dar a nosotros paz en el corazón y no dejarnos confundir por los eventos absurdos de la vida. La vida es absurda para nuestra razón. No tiene explicación, ninguna. Las cosas que suceden son increíblemente absurdas, al revés la mayoría, pero son perfectas, absolutamente perfectas. Y por eso debemos amar esa imperfección que aparentemente encontramos en la vida, empezando por la imperfección que vivimos nosotros. Porque si nosotros vivimos todo esto con el amor de Dios nos purificamos en medio del absurdo. Ahí nos purificamos.
Es como cuando una persona nos odia, nos desprecia, nos persigue, nos calumnia, nos hace daño y nosotros miramos ese absurdo y decimos: «¿pero qué le hecho? ¿por qué me odia tanto, qué pasó? No era suficiente lo que hice para que me odie tanto». Pero si uno se detiene un momento, hace un alto en el camino y dice: «así lo quiere Dios», entonces se purifica con eso y se edifica. Y queda derrotado el demonio. ¿Y qué sucede? Que las cosas o se mejoran o se acaban, pero se resuelve. En el momento en que uno ya no le da poder a las cosas y las cosas no lo atormentan a uno, ya pierden fuerza completamente. El mal puede seguir pero ya no lo afecta a uno y ya no le gana. No le gana. Porque uno lo aceptó tal y como es».
Share this:
Like this: