Aborto Editorial

¿De qué sirve que no haya sido aprobada la ley del aborto si no hay caridad con el prójimo?

Eso me pregunto todo el tiempo.

¿Acaso ha cambiado algo hasta ahora en nuestra sociedad, aún no habiendo sido votada la ley? ¿Acaso las mujeres que buscan esta aprobación han comenzado su proceso de conversión a Cristo? ¿Cuántas mujeres que querían abortar cambiaron de decisión? ¿Cuántas descubrieron a Dios en el camino, Autor de la Vida, si se deja de lado el argumento de fe, fundamental para entender por qué no se debe matar?

Justamente eso dice el evangelio de hoy: «El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama». Como cristianos, nuestra misión es evangelizar a los pueblos de todo el mundo, llevar la Buena Nueva. Pero, ¿si no llevamos la Buena Noticia del Evangelio a quienes no conocen a Dios, somos cristianos? ¿Si nosotros no lo hacemos, quién lo hará sino? ¿Qué estamos haciendo entonces sino desparramar, en vez de recoger con Jesús?

¿Cuántos de nosotros nos hemos convertido realmente en este camino de defender la Vida? ¿O hemos perdido el rumbo, nos hemos alejado de Dios, de los sacramentos, de la fe, de la Vida? Porque ser cristiano es, en definitiva, participar de la Vida Divina. Quien no participa de la Vida, está muerto… aunque no lo sepa. Va camino hacia allí… Si la muerte lo encuentra desprevenido, allí despertará nomás… Insisto siempre cuando hablo de estas cosas, no es para asustar, es para ser realista. Nadie sabe ni el día ni la hora de su muerte.

«Yo soy el que soy» dijo Yavhé. Él es, sólo Él, y nosotros no somos a menos que estemos con Él. Si no estamos con Él, no somos. No existimos…

¿Cuál es el problema de fondo detrás de este asunto? ¿Quién está mirando eso en esta lucha por la Vida?

Como diría un amigo: me parece se nos está escapando la tortuga…

Olvidamos que la lengua también mata… Y hay muchos testimonios de personas que han visto el infierno que ven cómo las almas se han deformado por hablar mal del prójimo… Tristemente se ve muchísimo de esto últimamente… Y no sé si no se dan cuenta, o no quieren darse cuenta, o qué… pero… ¡Estamos tan ciegos!

Vuelvo a citar aquello que escribí días antes de la votación del año pasado, porque sigue siendo igual:

No debemos perder la paz a pesar de todo, bajo ningún concepto. No debemos perder la caridad con el prójimo por más que no pueda ver las cosas como son. No debemos olvidar que el Señor quiere que todos nos salvemos. No debemos tampoco cerrar las puertas en la cara a un hermano. Pienso que siempre debemos dejarlas entreabiertas, sin dejar de ser firmes en la verdad. No debemos perder la caridad, insisto. No caigamos en la tentación.

Pienso que, como cristianos, debemos preguntarnos qué nos está diciendo Dios con todo esto. Y ciertamente tenemos mucho que hacer. Hay mucha desesperación, mucho odio, mucha violencia, mucha falta de amor, muchas heridas muy profundas. Allí es dónde debemos anunciar a Jesús. Sembrar como buenos siervos inútiles y dejar que Dios haga su obra cuando Él quiera.

No vamos a convertir a nadie con argumentos racionales, ni mucho menos de fe a quién no la tiene. Pero siempre podemos rezar, ayunar y hacer sacrificios como nos pidió la Santísima Virgen, nuestra Madre, en Fátima. Ella, más que nosotros, no quiere que ninguno de sus hijos se condene.

«Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas» (19 de Agosto de 1917).

No olvidemos nuestra misión. Continúa, hasta nuestro último suspiro.

Y si no hay nada que salvar en la esfera pública… siempre queda por salvar la propia alma. No lo olviden, porque a veces en el afán de volcarse hacia el prójimo, nos olvidamos de nosotros mismos. Y si nosotros no estamos llenos de Dios, ¿qué le llevamos al prójimo? A nosotros mismos. Puro egoísmo.

Dios quiera que empecemos a abrir los ojos… A entender que sí, efectivamente, como dijo el Papa Francisco, la Iglesia debe ir en salida, pero antes debemos llenarnos de la gracia. Sino todo es estéril y pecaminoso encima.

Que la Santísima Virgen nos conceda ser fieles hasta el final.

† Carolina
28.03.2019

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