A.M.G.D.
«Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo» (San Pío X)
El aborto es la guerra más grande, más perversa y más aberrante de todos los tiempos.
Cada año se cometen en el mundo 53 millones de abortos quirúrgicos. Según Vida Humana Internacional se estima que los abortistas quirúrgicos han matado aproximadamente a 1.76 mil millones de bebés, cifra que equivale a la cuarta parte de toda la población mundial.
¿Alguien puede tomar dimensión de semejante horror?
Padres que matan a sus hijos… —Padres y no solo madres—. Médicos que deberían salvar vidas, a favor de asesinatos… ¡de criaturas inocentes! Abuelos que llevan a sus hijas a matar a sus nietos… Industrias, gobiernos, empresarios lucrando con la muerte de los más inocentes. Comercio de órganos de bebés asesinados…
¿Habrá algo peor a lo que pueda llegar la humanidad?
Si algo podemos hacer, frente a semejantes cosas que nos sobrepasan, es comenzar por reparar desde la pobre humanidad con que contamos pero que unida a Cristo, todo lo puede.
Esta batalla sólo se puede ganar de rodillas frente al Señor. En la oración, en el sacrificio, en las mortificaciones, por la salvación de las almas, por esas madres, padres, parientes, médicos y todos los involucrados en estos tremendos crímenes, peores que todos los genocidas juntos que ha visto la historia de la humanidad.
No saben lo que hacen.
Así nos lo pidió la Santísima Virgen hace más de 100 años: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas» (19 de Agosto de 1917).
«Reza el Rosario todos los días, para obtener la paz para el mundo y el final de la guerra» dijo la Virgen en su mensaje inicial el 13 de Mayo de 1917.
«La guerra» desde ya no es la guerra humana… es humana pero aún mucho más que eso es espiritual.
¿Estamos haciendo nuestra parte?
Nos han dado más de 100 años para escuchar…. y no hemos escuchado. Seguimos creyendo que con nuestros pobres e inútiles medios humanos. Hay otros medios y armas, pero la principal es el Santo Rosario. Si descuidamos esto, lo demás no tendrá la suficiente eficiencia. Los resultados están a la vista: no hemos ganado nada hasta ahora así. Sólo hemos obtenido una tregua.
¿Qué esperamos para hacer caso a los consejos de Nuestra Madre? ¿Cuánto daño más vamos a permitir en el mundo? ¿Cómo vamos a responder a Nuestro Señor y a Nuestra Madre el día en que estemos cara a cara con él respecto a no haber escuchado sus insistentes palabras?
«La Victoria final pertenece a Dios y llegará gracias a la Virgen María, la Mujer del Génesis y del Apocalipsis. Y luchará y aplastará la cabeza del dragón. Ella y todo Su linaje». (San Juan Pablo II)
El 26 de Diciembre de 1957, el Padre Agustín Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto, entrevistó a Sor Lucía Dos Santos, vidente de las apariciones de Fátima. En el curso de esa entrevista, le dijo Sor Lucía al Padre Fuentes:
«…La Santísima Virgen nos dijo, tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios daba al mundo: el Santo Rosario y el Inmaculado Corazón de María…»
«… Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario»
«Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario».
«Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros».
«El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos».
«Por lo demás, fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa.
Vístanse la armadura de Dios para poder resistir los engaños del Diablo. Porque no estamos luchando contra seres de carne y hueso, sino contra las autoridades, contra las potestades, contra los soberanos de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal. Por tanto, tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo.
Cíñanse con el cinturón de la verdad, vistan la coraza de la justicia, calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, en el que se apagarán los dardos incendiarios del maligno.
Pónganse el casco de la salvación, y empuñen la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Vivan orando y suplicando, oren en toda ocasión animados por el Espíritu; permanezcan despiertos y oren con perseverancia por todos los consagrados» (Ef 6, 10-18)
«De todas las cosas divinas, la más divina es cooperar con Dios en la salvación de las almas» (San Dionisio Areopagita)
† Carolina
28.02.2018
Revisado el 18.01.2019
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A.M.G.D.
El aborto es la guerra más grande, más perversa y más aberrante de todos los tiempos.
Cada año se cometen en el mundo 53 millones de abortos quirúrgicos. Según Vida Humana Internacional se estima que los abortistas quirúrgicos han matado aproximadamente a 1.76 mil millones de bebés, cifra que equivale a la cuarta parte de toda la población mundial.
¿Alguien puede tomar dimensión de semejante horror?
Padres que matan a sus hijos… —Padres y no solo madres—. Médicos que deberían salvar vidas, a favor de asesinatos… ¡de criaturas inocentes! Abuelos que llevan a sus hijas a matar a sus nietos… Industrias, gobiernos, empresarios lucrando con la muerte de los más inocentes. Comercio de órganos de bebés asesinados…
¿Habrá algo peor a lo que pueda llegar la humanidad?
Si algo podemos hacer, frente a semejantes cosas que nos sobrepasan, es comenzar por reparar desde la pobre humanidad con que contamos pero que unida a Cristo, todo lo puede.
Esta batalla sólo se puede ganar de rodillas frente al Señor. En la oración, en el sacrificio, en las mortificaciones, por la salvación de las almas, por esas madres, padres, parientes, médicos y todos los involucrados en estos tremendos crímenes, peores que todos los genocidas juntos que ha visto la historia de la humanidad.
No saben lo que hacen.
Así nos lo pidió la Santísima Virgen hace más de 100 años: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno por no tener quien se sacrifique y rece por ellas» (19 de Agosto de 1917).
«La guerra» desde ya no es la guerra humana… es humana pero aún mucho más que eso es espiritual.
¿Estamos haciendo nuestra parte?
Nos han dado más de 100 años para escuchar…. y no hemos escuchado. Seguimos creyendo que con nuestros pobres e inútiles medios humanos. Hay otros medios y armas, pero la principal es el Santo Rosario. Si descuidamos esto, lo demás no tendrá la suficiente eficiencia. Los resultados están a la vista: no hemos ganado nada hasta ahora así. Sólo hemos obtenido una tregua.
¿Qué esperamos para hacer caso a los consejos de Nuestra Madre? ¿Cuánto daño más vamos a permitir en el mundo? ¿Cómo vamos a responder a Nuestro Señor y a Nuestra Madre el día en que estemos cara a cara con él respecto a no haber escuchado sus insistentes palabras?
El 26 de Diciembre de 1957, el Padre Agustín Fuentes, Postulador de la Causa de Beatificación de Francisco y Jacinta Marto, entrevistó a Sor Lucía Dos Santos, vidente de las apariciones de Fátima. En el curso de esa entrevista, le dijo Sor Lucía al Padre Fuentes:
«… Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en que estamos viviendo, ha dado una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario, de tal manera que ahora no hay problema por más difícil que sea: sea temporal y, sobre todo, espiritual; sea que se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros o a la vida de nuestras familias del mundo o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario»
«Con el Santo Rosario nos salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas. Por eso, el demonio hará todo lo posible para distraernos de esta devoción; nos pondrá multitud de pretextos: cansancio, ocupaciones, etc., para que no recemos el Santo Rosario».
«Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizar dicho programa. Pero ahora el programa es brevísimo y fácil: rezar el Santo Rosario. Con el Rosario practicaremos los Santos Mandamientos, aprovecharemos la frecuencia de los Sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes de estado y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros».
«El Rosario es el arma de combate de las batallas espirituales de los Últimos Tiempos».
«Por lo demás, fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa.
Vístanse la armadura de Dios para poder resistir los engaños del Diablo. Porque no estamos luchando contra seres de carne y hueso, sino contra las autoridades, contra las potestades, contra los soberanos de estas tinieblas, contra las fuerzas espirituales del mal. Por tanto, tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo.
Cíñanse con el cinturón de la verdad, vistan la coraza de la justicia, calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, en el que se apagarán los dardos incendiarios del maligno.
Pónganse el casco de la salvación, y empuñen la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Vivan orando y suplicando, oren en toda ocasión animados por el Espíritu; permanezcan despiertos y oren con perseverancia por todos los consagrados» (Ef 6, 10-18)
† Carolina
28.02.2018
Revisado el 18.01.2019
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