Amedeo Cencini

Si un miembro sufre, sufre todo el cuerpo

El P. Leandro Bonnin recomendó esta serie de 6 conferencias sobre los escándalos sexuales de la Iglesia. En esta primera conferencia el P. Amedeo Cencini da una clase magistral sobre un tema de importante reflexión en este día, fiesta de Pentecostés, fiesta de la Iglesia.

El P. Amedeo Cencini habla de 3 premisas:

“VIR OB-AUDIENS”: La primera actitud debería ser de una predisposición individual, que sería la actitud típica del creyente, quien en cada situación de vida se pregunta: ¿Donde estás mi Dios? ¿Qué me estás diciendo a través de este evento, de mi, de mi realidad?, evitando de proyectar el problema en otras personas. El problema es mío, cómo yo me pongo frente a esta situación. Y también: ¿Qué me estás diciendo de Ti, Dios mío? Es la obediencia a la fe en la vida, o la obediencia a la vida en la fe.

DISCERNIMIENTO: Es la manera típica de vivir del creyente, que trata de entender, de distinguir, de reconocer, de hacer un juicio entre el bien y el mal, de poder decir “esto es agradable a Dios”, “esto es lo que Dios quiere”. Es más fácil vivir según el estilo general, según lo que hemos siempre hecho, según la mentalidad común. Es más difícil en cada momento de la vida preguntarse: Dios, ¿qué me estás pidiendo en este momento? No hay ningún momento en la vida en que el creyente no deba hacerse esta pregunta. Dios es la fidelidad creativa. La perseverancia es repetitiva, es monótona. La fidelidad es creativa; es la respuesta siempre nueva, llena de pasión y amor, y crea entusiasmo. La fidelidad nace del discernimiento, del ciclo de ser adulto en la fe. El que se repite es el infante / pre-adolescente en la fe. El adulto en la fe corre este riesgo, ha aprendido a discernir. Este riesgo sólo lo puede correr la persona que confía en Dios.

FORMACIÓN PERMANENTE: Es el auténtico desafío en la Iglesia de hoy. Lo que nosotros llamamos problemas son la mediación a través de la cual Dios, el Padre, el único Padre Maestro, forma nuestra vida. Dios nos forma a través de la vida. Es un concepto teológico, no simplemente pedagógico. Significa: el Padre, Dios, que forma en mí la imagen, la identidad de su Hijo, a través de la acción del Espíritu Santo. Es una concepción trinitaria de la formación permanente. El Padre nos forma a través de la vida, de la vida diaria, de situaciones particulares, no a través de situaciones extraordinarias. Cada situación de la vida puede convertirse en mediación formativa. No puede existir una situación de la vida a través de la cual el Padre no pueda llevar adelante este proceso de formación. No puede existir un único momento inocuo, no formativo.

Docibilis es la disponibilidad de la persona humilde, es una virtud, pero no es suficiente. Tenemos que aprender la DUCIBILITAS, que significa la persona auténticamente adulta en la fe, que no solamente ha aprendido un montón de cosas bíblicas o pastorales, es la persona que ha aprendido a aprender de la vida, durante todos los días de la vida, hasta la muerte. Ha aprendido a dejarse formar por la vida. Porque la vida es la mediación a través de la cual el Padre nos forma.

Muchas personas no se dejan poner en crisis por la vida, no se dejan: son inmunizados; no se dejan tocar, poner en crisis, provocar, educar, instruir, corregir, por la vida. No son creyentes. El auténtico creyente es la persona que ha aprendido. Es el máximo de la inteligencia y de la libertad interior: La persona que ha aprendido a aprender, a dejarse formar por la vida porque sabe que la vida es la mediación normal, diaria, constante, de la que Dios se sirve para formar en mí la identidad del Hijo suyo, del siervo, del Cordero. DOCIBILITAS, es la persona que ha aprendido esta inteligencia, como disposición habitual. Entonces todo lo que vive lo vive desde este punto de vista, bien sabiendo que en cada situación hay esta GRACIA DE FORMACIÓN, la energía formativa que está escondida en cada situación de la vida, pero que debe ser reconocida, “discernida”.

Todo puede ser en las grandes manos del Padre, las manos más grandes y seguras que existan, todo puede ser. No existe una situación humana que pueda ser considerada como demasiado pequeña, demasiado humana, terrena, que no pueda ser capaz de hospedar la atención, la preocupación, la pasión formativa del Padre. Cada situación de vida puede ser canal de esta gracia, puede ser mediación.

La formación es siempre, de día y de noche, cuando soy joven y cuando soy anciano. Si el objetivo de la formación cristiana es tener en nosotros, como dice Pablo, los mismos “sentimientos” del Hijo, la traducción mejor sería la misma SENSIBILIDAD. Somos llamados a tener en nosotros la misma sensibilidad del Hijo, del siervo, del Cordero. Si es este el objetivo, no te basta la vida para lograr, para alcanzar este objetivo final. Por eso la formación es permanente. No es simplemente convertir los comportamientos.

Estas tres predisposiciónes, el “vir ob audiens”, el discernimiento y la formación permanente son el contexto general. Podríamos condensar estas 3 premisas con una pregunta final: ¿Cómo estoy viviendo esta situación objetivamente negativa de mi Iglesia? Este es el punto. Con estas 3 predisposiciones interiores. Es una pregunta personal, es una pregunta que cada uno debe hacerse a sí mismo. Pero al mismo tiempo es una pregunta colectiva, comunitaria. Es la actitud del creyente, el creyente reacciona de una particular manera.

El problema de los abusos sexuales es la reacción de la Iglesia. Si la reacción es la reacción de creyentes, de personas que tratan personal y comunitariamente de discernir cuál es la palabra de Dios, qué nos está diciendo Dios a través de estos eventos.

Existe una estrecha relación entre el individuo y el grupo, entre trayectoria individual y experiencia de grupo, entre individualidad y colectividad, entre la elección individual y el proyecto institucional, entre el yo y el nosotros, especialmente en una realidad tan comunitaria y compleja como es la Iglesia, donde el sacedote es inevitablemente el resultado de un sistema y no solo de sus propias decisiones y proyectos individuales.

Sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas, laicos nos estamos quedando roncos de tanto decir que la Iglesia no son solo ellos sino todos los creyentes en Cristo. Pero es una especie de una batalla perdida. A pesar de que el Papa Francisco dice que la Iglesia no es el Papa y el Vaticano. Y un escalón más abajo, sacerdotes y allegados.

Sistema es un conjunto de leyes o principios más o menos evidentes y compartidos que caracterizan la vida de una organización, regulando las relaciones ya que es capaz de lograr la meta para la cual nació. Específicamente el “Sistema Iglesia” señala 3 elementos constitutivos:

  • La mentalidad: Hay sistema cuando hay una mentalidad común, como una convergencia de ideas o principios sobre el buen funcionamiento de la realidad de que se trata. Una suma de condiciones, de verdades y de adhesión a las verdades específicas que afectan a la vida cotidiana desde una formación de conciencia que sea capaz de establecer lo que es bueno o malo, compartiendo criterios que permitan discernir y elegir juntos, verdaderos criterios de juicio.
  • Sensibilidad: Sensibilidad común es algo que no es solamente el resultado de operaciones intelectuales, sino que expresa una forma de sentir, a su vez resultado de una experiencia personal e incluso colectiva, pasada, presente, y que permite acercarse a la verdad, a la fe, no solo con la cabeza y la razón sino con toda su humanidad. De los sentimientos a la sensibilidad general. Entonces Iglesia significa sentirse parte de este sistema, como una familia.
  • Manera de vivir juntos: Un estilo de vida, una práctica existencial, con sus obligaciones y compromisos, códigos para la comunicación, caminos de formación, rituales, estilos de acuerdo al estado vocacional del creyente. Es parte de este tercer elemento constitutivo también la forma de evaluar y juzgar el desempeño del sistema, identificando errores y tratando de corregirlos.

Sistema significa sensibilidad, mentalidad y estilo de vida. El sistema funciona bien sólo cuando por dentro por sus propios medios puede diagnosticar su mal, o lo que se opone a lograr sus objetivos, o a su propia identidad. De lo contrario está destinado a su propia autodestrucción.

El sistema Iglesia está funcionando adecuadamente, no porque sea perfecto, ni todas sus articulaciones ni compuesto por miembros perfectos (la perfección no es de este mundo, la pretensión de la perfección es diabólica); sino porque dentro de sí mismo cuenta con la capacidad de autocorrección, con capacidad que implica términos de seguimiento, de determinación de condenar su propio mal y de buscar encontrar el camino a la redención.

Se observará que los 3 componentes de este sistema incluyen la implicación del individuo ante todo, pero también de la comunidad, hasta el punto de volver más evidente dentro de la iglesia una mentalidad común, una sensibilidad común, una forma de vida común. Esto es precisamente lo que constituye el sistema de forma gradual como una densa red de relaciones donde uno afecta inevitablemente al otro, incluso más allá del papel institucional ocupado. Todo ello contribuye a la formación del sistema iglesia en sus tres componentes. No hay ningún acto, decisión, acción de cualquier miembro de la Iglesia y en cualquier nivel que no tenga efecto sobre la formación del sistema iglesia y que en su red sea efecto más o menos del mismo sistema (la relación es recíproca).

Ha llegado el momento de no limitarse a considerar la incomodidad del exclusivamente vinculado a un problema personal, sino también considerar estos hechos como una expresión de un sistema de relaciones institucionales y pastorales por ser revisadas. De hecho podríamos decir que cualquier incomodidad de un miembro de una institución es incómoda también para el sistema o puede ser señal de un problema subyacente a nivel comunitario, por lo tanto no tiene sentido concentrar toda la atención no sólo en el culpable o del autor material de la transgresión sino es necesario ponerse en otra lógica, la que parte de un par de presupuestos muy diferentes que serían:

  • primero, la responsabilidad es también del grupo, de toda la comunidad, de la cual aquel elemento es un integrante y miembro activo
  • segundo, la responsabilidad se encuentra tanto en altas esferas como en la base, o cualquiera de los componentes de esa realidad.

Si un miembro sufre, sufre tal vez todo el cuerpo, no solo porque resiente el miembro enfermo sino también porque la enfermedad se ha extendido por todo el cuerpo y aquel miembro señala la necesidad un examen más completo y de una terapia más general que compromete a todos.

2 comments on “Si un miembro sufre, sufre todo el cuerpo

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